En Coutot-Roehrig nuestro objetivo prioritario es localizar herederos y tramitar herencias que han quedado yacentes, sin que nadie las reclame. Este tipo de investigaciones, rigurosas y exhaustivas, son nuestra razón de ser. No obstante, en este proceso nuestros genealogistas se encuentran con historias familiares y experiencias humanas conmovedoras, que reflejan a pequeña escala la historia de nuestros antepasados y como estos salieron adelante en los distintos momentos de nuestra historia reciente. Hoy continuamos conociendo a Lucía: conoce la segunda parte de su historia y la de su familia.
Pierre en las minas de la Unión
Al llegar a la región murciana Pierre, abuelo de Lucía, encontró trabajo en la empresa minera de un tío que había invertido en la zona años antes. Mientras aprendía el oficio y adquiría peso en la empresa familiar, comenzó a frecuentar las fiestas y eventos de sociedad que daban en el Círculo Mercantil e Industrial de Cartagena. Allí quedó fascinado por Claudia, una joven coruñesa hija de un capitán de la Armada Española con base en el puerto cartagenero.
Tras un año de noviazgo, allí contrajeron matrimonio y nacieron los cuatro hijos del matrimonio, entre ellos el padre de nuestra protagonista, Antoine (Antonio como se haría llamar). Los negocios iban bien y la familia vivía desahogada en una casa modernista en Cartagena, hasta que a partir de 1908 comenzó una crisis en el sector minero cartagenero, a consecuencia de la competencia internacional y la posterior Guerra Mundial.
Ante esta situación, el abuelo Pierre, su esposa Claudia y tres de sus hijos decidieron volver a Francia una vez terminada la Gran Guerra, donde los abuelos fallecerían años después.
No obstante, Antonio continuó la carrera de su padre y empezó a trabajar en la nueva zona minera en la serranía norte de Córdoba, donde se habían asentado compañeros de su padre llegados de La Unión. Precisamente en una reunión en la casa de uno de estos empresarios mineros de origen francés conocería a la única hija de sus anfitriones, Anne (Ana). En la villa cordobesa de Bélmez comenzarían el noviazgo hasta que un inesperado embarazo apresuraría los planes de boda.

Las hermanas Lucía y Carmen
La unión entre los jóvenes Antonio y Ana a comienzos de los felices años 20, ejemplificaba la fusión de las clases medias adineradas de origen extranjero, unidas por afinidad cultural y también por intereses económicos, que sólo con los años terminarían mezclándose con las familias pudientes andaluzas.
De ese lance amoroso nacería Lucía como dijimos en 1925, seguida rápidamente por Carmen en 1927, la otra hija del matrimonio.

