El cometido principal de nuestros genealogistas sucesorios se centra en la construcción de árboles genealógicos de los y las causantes que investigamos. Al fin y al cabo, el objetivo de la genealogía sucesoria es la de encontrar familiares vivos, con derecho a una Herencia, de personas que han fallecido sin dejar Testamento para que aquellas puedan beneficiarse del legado que esta persona ha dejado. Es un trabajo que requiere de mucha paciencia y de muchos dotes de investigación para conseguir encontrar lo que estamos buscando. Por suerte, no estamos solos. A nuestro alrededor, existen innumerables fuentes de información que nos pueden ayudar a localizar a quienes estamos buscando o, al menos, a encontrar esos hilos desde los que tirar.
Según el derecho sucesorio español, recogido en el Código Civil, podrán heredar miembros de una familia hasta cuarto grado de consanguinidad. En los casos en los que un causante fallece sin dejar Herencia y no tiene descendientes directos (hijos o padres) es momento de indagar en la genealogía para localizar a aquellos parientes que sí tengan derecho a heredar y que todavía estén en vida. Y es ahí donde entra el trabajo de un genealogista sucesorio.
En Coutot-Roehrig somos expertos en derecho de sucesiones y genealogía sucesoria y contamos con un equipo especializado en este tipo de investigaciones. Cada uno de ellos cuenta con un amplio abanico de herramientas y distintos tipos de fuentes para conseguir construir este árbol genealógico, que en muchas ocasiones puede llegar a tener muchos metros de longitud. Hoy hablamos de las fuentes principales, en su gran mayoría fuentes secundarias.
Registros civiles
Es el lugar donde se inscriben los nacimientos, matrimonios y defunciones de los ciudadanos. El Registro Civil fue fundado en 1871 y, desde entonces, cumple la función de inscribir los actos de estado civil de la población. Es una gran base de datos que recoge información básica de toda la población. Es un ente público, dependiente del Ministerio de Justicia, que se encuentra en todos los ayuntamientos de nuestro país. Cualquier ciudadano puede consultarlo sin necesidad de pagar ninguna tasa.
Para nosotros, este registro es una de las paradas indispensables en nuestra investigación ya que, por un lado, nos permite descubrir si el causante tenía hijos, el nombre de los padres, si hubo hermanos y, por otro, nos permite acreditar, en el caso de que hubiera, los vínculos de parentesco entre el causante y sus herederos.
Archivos parroquiales y diocesanos
Son complementarios a los Registros Civiles, pues también inscriben tre sde los principales sacramentos católicos (el bautismo, el matrimonio y la defunción) y que son extremadamente interesantes para la investigación genealógica. En ocasiones podemos llegar a encontrar información de interés, que no se puede obtener en otras fuentes. También son de libre consulta.
A pesar de la utilidad de estos archivos, en algunas zonas de nuestro país no pueden ser consultados porque fueron destruidos en su totalidad durante la guerra civil, al quemarse muchas de las iglesias que custodiaban dichos archivos. Por suerte, en muchos lugares se han hecho reconstrucciones de las partidas del siglo XX anteriores a la guerra.

Cementerios
No todo el trabajo que realiza nuestro equipo de investigadores genealogistas suceden en las salas de los archivos arriba mencionados. En muchas ocasiones, deben llevar a cabo trabajo de campo que les permita complementar sus pesquisas. Para todos ellos, los cementerios se han convertido en un espacio habitual de trabajo donde recabar información ya que las lápidas también pueden contarnos muchas cosas sobre el causante y su familia. Aunque no exista un modelo de lápida estandarizado, podemos encontrar el nombre de los hijos, de los padres o de la pareja, pistas que nos ayudan a seguir tirando del hilo hasta dar con el Heredero perdido.
Si bien es cierto que en la búsqueda de herederos contamos con muchas más fuentes de investigación que las arriba mencionadas, estas tres son las más importantes y que todo genealogista debe conocer y dominar para conseguir llegar a buen puerto.